San Andrés Apóstol, Epazoyucan, Hidalgo.
¿Es extraño el nombre verdad?, bueno, les puedo decir que es una edificación conventual, fue encomendada por los religiosos a San Andrés Apóstol; en este lugar los agustinos hicieron una edificación mayormente de estilo románico, mudéjar y plateresco de donde sobresale la fachada y nave del templo, asentada en una construcción prehispánica, además de un llamativo atrio con capillas pozas; el coro al interior del templo aún conserva el entramado de madera, una alfarje del siglo XVI.
La escritura mesoamericana es ideográfica. El gran obstáculo para los españoles era el lenguaje. Por eso se comunicaban a través de las pinturas y los símbolos.
En las pilastras de la fachada los adornos escultóricos no respetan el orden, uno esta de la derecha a izquierda y otro al revés. “Históricamente diríamos que el autóctono no sabría interpretar croquis arquitectónicos, pero ¿no sería un capricho de ellos? ¿Una actitud de rebeldía, de rechazo disimulado?
Hay un cuadro de la crucifixión muy interesante y simbólico, refleja lo divino y lo mundano. Hay ventanas de doble arco con estilo arabesco. Las ventanas pertenecían a los cuartos de cada fraile donde estos evangelizaban a los educandos. La doble ventana era para dar una a cada quien. Evangelizaban con vista al mundo exterior, a la realidad.
Actualmente se halla en el claustro el museo arqueológico Tomazquitla a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, una colección conformada de distintas piezas realizadas en cerámica, obsidiana, lítica y fibras vegetales.
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